Las esculturas del Lago Martiánez, creadas todas ellas por el artista lanzaroteño César Manrique, convierten al complejo en un auténtico museo al sol que se puede disfrutar de muy diversas maneras, ya que algunas de las obras están pensadas para los más pequeños. De este modo, en un recorrido por las instalaciones podemos encontrar los elementos que detallamos a continuación.
Los Alisios, de 1971. Se trata de una escultura móvil de la serie Juguetes del Viento, planchas de pesado hierro laminado que el impulso de viento hace girar en torno a un eje de acero sustentado en el suelo por grandes piedras volcánicas que hacen de bases.
Esta estructura enormemente sólida y pesada se vuelve liviana, casi sin peso cuando es movida por la brisa, estableciendo un movimiento rotatorio. Esta serie de esculturas tienen claras influencias de los antiguos molinos de viento del paisaje conejero y que sirven de inspiración a Manrique para sus Juguetes del viento.
Los Alisios está situada en la parte central del complejo, entre las dos piscinas principales del mismo nombre, con un protagonismo destacado en el recinto.
Barlovento de 1977, se trata de otro de los juguetes del viento, en esta ocasión, un tronco de árbol sirve como bases a unos conos metálicos que se mueven por la brisa en torno a un eje vertical. La escultura Barlovento se encuentra muy cercana a una de las taquillas y puede ser admirada sin acceder al complejo.
La Jibia del año 1971 es una escultura y una zona de juegos a la vez, se encuentra situada en la piscina infantil del conjunto de piscinas Los Alisios en la parte central del complejo, la escultura imita con la suavidad de sus curvas un enorme pulpo de color rojo y blanco de grande y llamativos ojos verdes.
La obra está horadada y salpicada de recovecos que hacen las delicias de los niños. Está realizado en hormigón recubierto de una capa de mortero y pintado con colores llamativos, los ojos están conseguidos a partir de «culos» de botella de vidrio.
El Homenaje al mar de 1977 es una inmensa escultura, 30 m x 24 m x 12 m, ubicada en el extremo oriental del complejo, en la piscina infantil adyacente al gran lago. Está realizada en lava trizada, madera y revestido de hormigón. Sus curvas recuerdan a las olas del Atlántico que se puede contemplar a escasos metros. La escultura también está horadada y se puede transitar a través de ella, lo que la convierte en otro atractivo para los más niños y niñas que disfrutan en la piscina infantil.
La escultura Raíces al cielo de 1977 está ubicada en el solárium del gran lago, se trata de un grupo de troncos de eucaliptos al que el autor ha dado la vuelta y plantado en el terreno dejando de este modo las raíces en la parte superior, en este caso la intervención de César Manrique es más conceptual que técnica ya que se limita a la elección de material y a su colocación.
La escultura Homenaje a Wilhelm Reich de 1977 está dedicada al médico, psicoanalista e inventor del mismo nombre, célebre por su compromiso a favor de la liberación sexual y postulador de la teoría del orgón en relación con la fuerza vital universal. Se trata, al igual que Raíces al cielo, de un tronco del revés, en esta ocasión más grueso y achaparrado, con las raíces al aire.
Como no podía ser de otra manera, el artífice intelectual y artístico del complejo de piscinas tiene su reconocimiento en forma de busto. En un rincón cercano a la escultura Barlovento se haya esta imagen esculpida en metal con una pátina verduzca, que rinde homenaje al artista Lanzaroteño y que dedica la ciudad turística a César Manrique.
Si usted visita el Lago Martiánez no puede marcharse sin honrar con su visita a César, genio que imaginó y dibujó este espacio de ensueño.
Las esculturas están diseminadas a lo largo del Complejo de ocio Martiánez, de este modo de de occidente a oriente (de izquierda a derecha) encontramos: El busto de César Manrique, Los Alisios, La Jibia, Barlovento, Raíces al Cielo, Homenaje a William Reich y Homenaje al mar.
A mediados del mes de diciembre del año 2020 el rotativo Diario de Avisos publicaba el descubrimiento de un mural inédito de César Manrique pintado en las paredes de un pasillo de servicio subterráneo que conecta la Avenida de Colón con la Sala Andrómeda situada en la mayor de las islas del gran lago.
Señala el periódico que el mural fue fruto de la improvisación, el genio y la forma de actuar del artista lanzaroteño, que admirado por la solución ideada por los ingenieros Amigó y Olcina para resolver el accesos del personal y la mercancía a la sala de fiestas sin que éste tuviese que transitar por el solarium, decidió dotar dar calidez al angosto pasillo con una mural de grandes dimensiones que parece inacabado pues no está pintando en su integridad.
El mural, es el homenaje de Manrique a la «alta ingeniería”, plagado de formulas matemáticas improvisadas, reconoce el ingenio técnico de este particular Canal de la Mancha ideado por la pareja de ingenieros.
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